Entrevista a Gustavo Calleja en Página/12. 13/01/08.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-97409-2008-01-13.htmlpor: David Cufré.
Gustavo Calleja es fundador del Grupo Moreno y director del Instituto Energético de la Fundación Illia. Fue subsecretario de Combustibles en el inicio del gobierno de Alfonsín, junto a “Storani, Carranza y Grinspun”, aclara.
–¿Cuál es la solución a los cortes?
–La única solución es invertir. La crisis es estructural y estrictamente por desinversión. El Estado tiene que recuperar el control de la prestación de los servicios públicos y realizar las obras con el dinero capturado de la renta petrolera. Para eso, hay que considerar a los hidrocarburos como recursos estratégicos.
–Sería volver al modelo de gestión pública previo a las privatizaciones.
–Desde 1990 empezó una política pergeñada por el liberalismo, organizada por Menem, Cavallo y Dromi, y continuada por Kirchner. Se regalaron los bienes del Estado y se abandonó la potestad de fijar las políticas hidrocarburíferas y de servicios públicos. Teníamos YPF, Gas del Estado y Agua y Energía Eléctrica. Se consideraba que los servicios públicos debían ser accesibles y permanentes para todos los argentinos. En su lugar llegaron estas multinacionales que tuvieron permiso para llevarse libremente sus utilidades y se las eximió de la obligación de invertir.
–Las distribuidoras eléctricas dicen que están invirtiendo.
–La única verdad es la realidad: no hay luz. Tenemos cortes todos los días. El argumento de que hubo una demanda inesperada por las altas temperaturas y por la venta masiva de aires acondicionados no corre. Se sabía que llegaba el verano y que la gente compró aires acondicionados. Ellos tendrían que haber invertido para abastecer el pico de la demanda. Es un servicio público y lo tienen que prestar siempre.
–Las empresas sostienen que las tarifas actuales no alcanzan para cubrir los costos de mayores inversiones.
–No es cierto, sus balances muestran utilidades. Además, tienen contratos por 50 años. En cualquier país capitalista del mundo primero se invierte y después se recupera. Ellos obtuvieron ganancias extraordinarias en los ’90 que giraron al exterior. Ahora tienen ganancias normales en pesos. No entienden que se acabaron las sobreutilidades en dólares. El Gobierno debería encarar un estudio profundo de los costos de las empresas, con auditores independientes y la participación de los usuarios, para saldar esta discusión. Se vería que tienen sobrecostos por todos lados, a través de contratos de asesoramiento, de remuneraciones y tercerizando servicios a empresas vinculadas. Todas esas son formas de ocultar ganancias.
–¿Cuánto habría que invertir para terminar con los cortes?
–Antes de las privatizaciones, el Estado invertía cerca de 4000 millones de dólares al año, en exploración de petróleo y gas, en generación, transmisión y distribución eléctrica y en energía atómica. Hoy no se llega a un tercio de esa cifra. El Estado podría hacerlo si recuperara la renta petrolera: allí hay 12.000 millones de dólares al año. Y también habría recursos para recuperar la estructura ferroviaria, que en su momento se financió toda con las ganancias de YPF. Acá el problema es el modelo.
–¿Por qué?
–En 1989 había tres represas en ejecución, se exploraban 250 pozos por año y existían 40 años de reservas de gas y 17 de petróleo, el costo de producción interno regía el precio de los combustibles y las tarifas de servicios públicos eran accesibles. El 40 por ciento de los argentinos que no tenían gas natural pagaban sólo 20 por ciento más por las garrafas, el gasoil se reservaba para el transporte público y el agro y estábamos autoabastecidos. Hoy quedan seis años de reservas de petróleo y gas, el país ya es importador de combustibles, no se construyó una sola represa hidroeléctrica en 18 años, no se explora nada, los argentinos pagan el combustible a precio internacional y se exportan hidrocarburos en forma alucinante. Esas son las consecuencias del modelo privatizador.
–Los defensores de las privatizaciones recuerdan los apagones de Alfonsín.
–Fueron por un problema puntual y se terminaron en seis meses. Se rompió el Chocón y hubo que vaciarlo. Pichi Picún Leifú, Piedra del Aguila y Yacyretá estaban en construcción. Para colmo, Salto Grande se quedó sin agua y hubo una falla en Segba porque no se hizo el mantenimiento adecuado, por culpa de Sourrouille y Brodersohn que habían recortado el presupuesto de la empresa. Después de que se arregló el Chocón las cosas volvieron a funcionar, pero se aprovechó esa situación para generar consenso en favor de las privatizaciones. Hoy el problema es estructural, no coyuntural, y llevará años arreglarlo.
–¿El mayor problema es de generación o de distribución?
–Ambos. La generación no alcanza. Están disponibles realmente algo más de 17.000 megavatios y se necesitarían 23.000. En cuanto falla algo hay cortes. De Vido anuncia dos usinas para 2008 que agregarán 1600 mega, pero van a consumir lo que no tenemos: gasoil y gas. En lugar de eso se tendrían que haber construido represas.
–¿Y en distribución?
–Habría que volver a una sola empresa en manos del Estado. Es antieconómico que haya siete empresas en el área metropolitana para brindar el servicio de generación y distribución eléctrica: son siete directorios, siete compañías que quieren utilidades.
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