viernes, 10 de febrero de 2012

CFK y Malvinas: las incongruencias, confusiones y falsedades del discurso.

Compartimos un análisis interesante en relación a la cuestión Malvinas:

¿Cuál informe Rattenbach? – Reivindicación de un militar gorila – Confusión ideológica sobre Democracia y Soberanía – ¿No apoyo al gobierno militar? – Coincidencia entre Thatcher y CFK – Coincidencias de CFK con EEUU – Poco y tarde para los veteranos de guerra – Como la dictadura, CFK no ha hecho nada efectivo por recuperar las islas – Cameron y CFK disfrazan sus problemas internos debatiendo sobre Malvinas.

Por Carlos Petroni | Izquierda.info | 09.02.2012
El tan esperado anuncio de la Presidenta estuvo lleno de ellas. Primero, anuncio la publicación del informe Rattenbach sobre el desempeño militar argentino en la Guerra de Malvinas. Solo que advirtió que no contendría, después de 30 años, nada que comprometiera la relación con otros países, fuera un secreto militar o alguna otra razón de estado. Es decir, veremos la versión que decida el estado. Adicionalmente, no se aclaró si la publicación se haría sobre el informe original o sobre las sucesivas falsificaciones del mismo hechas por la entonces dictadura militar. ¿Cuál informe Rattenbach entonces?
Demás está decir que el General Rattenbach, como los otros dos militares que formaron la comision del estudio fueron apoyadores de la dictadura militar hasta ese informe. Rattembach apoyó en su momento la llamada “Revolucion Libertadora” que asesinó obreros peronistas y fue firmante del nefasto decreto 2713 en 1963 prohibiendo al peronismo, incluso nombrarlo. Llamar a este militar, como los hizo CFK, “Sanmartiniano” es, por lo menos, ridículo.

CFK también se enredó en una serie de explicaciones sobre si la Guerra de las Malvinas contó con el apoyo popular en su momento o no. Pareció afirmar que no. Dijo que todo había sido manipulado por la entonces prensa del régimen. Mencionó el titular dictado por la inteligencia de la dictadura de “Ya Ganamos” como ejemplo. Comparó ese apoyo con la campaña de los genocidas,  “Somos Derechos y Humanos” durante la visita de la CIDH en 1979.

La manifestación de apoyo a la dictadura en el 79 en la cuestión de los DDHH no puede discutirse aunque haya sido manipulado por la prensa en su momento. Un segmento muy importante de la sociedad de entonces, 1979, todavía apoyaba a la dictadura militar, incluyendo sindicalistas, partidos políticos – incluyendo el PJ de CFK, la Iglesia… El golpe mismo contó con apoyo de muchos sectores de la sociedad y otros estaban silenciados por el miedo. La cuestión en aquel momento – como hoy – no era desconocer ciegamente ese apoyo sino combatirlo.

El discurso de CFK se aproxima mucho a las caracterizaciones exitistas de Montoneros en 1978-79 que afirmaban que la dictadura se desplomaba y que era el momento de la contra-ofensiva. Todos sabemos el resultado en número de muertos que costó esa decisión de Firmenich.

En 1982 existió un apoyo popular a la causa de Malvinas a pesar de la presencia en el poder de la dictadura genocida. El pueblo tuvo buen olfato y no se opuso a la reivindicación de su soberanía nacional por la existencia de una dictadura, es decir la negación absoluta de la soberanía popular. No era un apoyo a la dictadura. La prueba está en que ni bien la dictadura mostró la hilacha de la traición en Malvinas, encontró la furia del pueblo que la derribó sin contemplaciones poco después. La traición, si algo hizo, fue acelerar la caída de los militares del poder.

Haciendo malabares con las palabras, CFK dijo que ella no había participado del apoyo a la guerra y la dictadura – que convenientemente igualó con el apoyo a la causa de Malvinas. Sin embargo, Néstor Kirchner participó activamente en el apoyo a los militares en esa instancia y así lo prueban los artículos y fotos de la época que lo muestran junto a los militares apoyándolos como parte de las “fuerzas vivas.” ¿CFK estaba en contra y NK a favor? No solo la presidenta no lo aclaró, sino que lo dudamos intensamente.

Ni que hablar de la extrema confusión de la Presidenta cuando afirmó que sin soberanía popular, nadie podía tener gestos o reclamar respeto por la soberanía nacional. Que de la primera se despunta la segunda. Afirmó que van de la mano Soberanía y Democracia. Una falsedad filosófica y política si las hay. El concepto de la soberanía nacional, es decir la defensa de las fronteras y territorios nacionales contra la usurpación extranjera (en este caso por parte de una potencia imperialista) es anterior, desvinculada y es paralela, no dependiente, del régimen político existente.

CFK, sin quererlo seguramente, coincide en su afirmación con la que hizo por entonces Margaret Thatcher en 1982 que negó toda legitimidad al reclamo argentino sobre Malvinas basándose en el hecho de que el país estaba gobernado por “una dictadura de hojalata” (la misma, agreguemos, que su gobierno y el imperialismo norteamericano habían apoyado hasta entonces). La afirmación de CFK, mas allá de coincidir con la “Dama de Hierro” del 82 niega entonces todo reclamo territorial de un país oprimido en tanto y cuanto este no esté gobernado por democracias burguesas formales. Establece así una “doctrina” mediante la cual la resistencia iraquí o en Afganistán a las invasiones del imperialismo no fueron, ni son legítimas, porque ambos países estaban gobernados por dictaduras, uno por Saddam Hussein y el otro por los Talibanes.

Coincide así CFK con la versión del imperialismo norteamericano que invadió ambos paises para restablecer la “democracia” – lo que dijo después que fracasaran por mentirosas sus afirmaciones de la existencia de armas de destrucción masiva. Lo mismo podría decirse de los naciones y etnias oprimidas como los pueblos originarios. Según la “doctrina CFK” sus reclamos de autonomía o autodeterminación no deberían escucharse ni tendrían legitimidad si no funcionaran, y la mayoría no lo hace, bajo las reglas de la democracia burguesa. La “Doctrina” CFK niega entonces la legitimidad de todo reclamo de soberanía de países y naciones oprimidas que estén en manos de dictaduras, monarquías o regímenes totalitarios on incluso fucionaran bajo reglas comunales. No advierte, o no quiere advertirlo, que la dominación imperialista de territorios de naciones oprimidas por él y que se hallen en manos de dictaduras, afirman la doble dominación de las masas de esos países: la del imperialismo ocupante y la dictadura gobernante.

Es sabido que tanto el gobierno argentino como la mayoría de los gobiernos de los países del mundo afirman que en Cuba no existe una democracia burguesa, muchos dicen que es una dictadura comunista. ¿Eso le niega el derecho a Cuba de luchar por la liberación del territorio cubano en Guantanamo, ocupado por los yanquis? ¿El Peñon de Gibraltar, reclamado a los ingleses por España ahora y bajo la dictadura de Franco es– según la Presidenta que lo mencionó en su discurso – una causa legítima bajo el gobierno “democrático”, hambreador y de derecha de Rajoy, pero no bajo el régimen franquista?

Lo que CFK, y los burgueses que opinan como ella, en Inglaterra y en Argentina, no comprenden es que la verdadera denuncia a los gestos de soberanía nacional expresados por las dictaduras militares pasa por advertir que son incapaces, por su relación con el imperialismo (en el caso de la dictadura Argentina en Malvinas por la dependencia de esta del imperialismo norteamericano), de luchar consecuentemente por las causas nacionales. Mas temprano que tarde, como se demostró en Malvinas, las dictaduras capitulan ante los amos mundiales, traicionan las causas nacionales para preservarse y sirven al orden económico mundial dirigido por el imperialismo. De allí que una politica correcta en esas circunstancias es movilizarse para expropiar y debilitar al imperialismo, empezando en nuestro propio país.

Debemos decir que esta política de claudicación, digamos de cipayaje, de los militares la comparte CFK que no ha tomado sino medidas simbólicas en relación a la soberanía nacional argentina en relación a las Malvinas. No ha establecido un cerco económico, y de comunicaciones efectivo sobre las islas; no ha nacionalizado las empresas inglesas en nuestro territorio ni ha tomado ninguna medida mas que el reclamo diplomático fútil ante instancias como la ONU controladas por el propio imperialismo, incluido el inglés y el norteamericano. Más allá de una prohibición de la entrada de barcos con la bandera de la Autoridad de las Islas ocupadas en puertos latinoamericanos – que pueden ser cambiadas por el pabellon inglés en cualquier momento – CFK no ha tomado ninguna medida efectiva. Nadie espera una declaración de guerra ni una invasión argentina de las Islas bajo control colonial inglés. Sería un absurdo militar y un error político gravísimo. Pero hay docenas de medidas políticas y económicas que la Argentina puede y debería tomar y no lo hace.

CFK se refirió a la creciente militarización del Atlántico Sur como si fuera algo nuevo. No lo es. El envío de un Destructor inglés y del Principito a las Islas no es más que un pequeño paso adicional a los muchos tomados por Inglaterra en las ultimas tres décadas y que convirtieron desde 1983 a las Malvinas en una fortaleza imperialista.

Por último quisiera referirme al anuncio de que se inauguraría el Hospital Malvinas Argentinas para servir a los veteranos de guerra. Además de venir con treinta años de atraso, la medida es insuficiente. Ya lo destacaron muchos que sirvieron en Malvinas: fue prometida su inauguración hace cinco años y nunca se concretó. Muy poco, muy tarde.

CFK dijo que tal vez las últimas medidas y declaraciones hechas por Inglaterra tratando de actualizar el conflicto de Malvinas respondería a problemas internos de la política y la economía de Gran Bretaña y Europa, sumidas en la crisis. Algo cierto, sin duda.
Inadvertidamente, CFK dio la misma impresión con su discurso: quiere tapar los problemas del tarifazo, la lucha contra Moyano y las dificultades con Brasil, esgrimiendo algunas frases altisonantes sobre Malvinas. Y cuando multinacionales extranjeras son enfrentadas por el pueblo de Famatina, desafiando nuestra soberanía y nuestra salud, CFK prefiere mirar para otro lado.

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